“Sería peligroso y contradictorio con el
verdadero sentido de la acción formativa instalar en el sistema deformación
unos mecanismos que generasen sometimiento, temor, injusticia, discriminación,
arbitrariedad y desigualdad. La evaluación no es un fenómeno aséptico, que se
puede realizar sin preguntarse por los valores, por el respeto a las personas,
por el sentido de la justicia. La evaluación es también un fenómeno moral
porque tiene repercusiones importantes para las personas, las instituciones
y para la sociedad. En la evaluación existe un poder que debe ponerse al
servicio de las personas y debe ser ética.”
S. Guerra